domingo, 31 de enero de 2010

LITERATURA. "El teatro español posterior a la guerra civil"


Al finalizar la Guerra Civil Española, nuestro teatro se encuentra con tres graves problemas:

a. Por un lado, el agravamiento de los condicionantes comerciales del género teatral: la crisis económica hace que solamente los más poderosos puedan asistir a las representaciones, y la censura impide todo contenido político crítico en las obras.
b. Por otra parte, se produce un corte muy profundo con respecto a lo que había sido el teatro con anterioridad a la Guerra, debido a la muerte de algunos de los grandes maestros (Valle-Inclán, Unamuno y García Lorca) o al exilio de otros (Max Aub, Alejandro Casona, Rafael Alberti). Esta ruptura se produce, sobre todo, con las tendencias más innovadoras, mientras que el teatro comercial continúa en su misma línea, ya que no supone un peligro para nadie.
c. Y, por último, se habla del inicio de una crisis del teatro que puede explicarse por varias razones:
--Al no quedar grandes autores españoles (muerte y exilio), los empresarios recurren a traducciones de obras de autores extranjeros, con lo que los jóvenes dramaturgos españoles se van a encontrar con más dificultades a la hora de estrenar sus obras.
--El cine se convierte en el gran espectáculo de masas y desplaza al teatro en los gustos del público.


En el teatro español posterior a la Guerra Civil se suelen establecer una serie de etapas:

1. El teatro de Posguerra (1939-1955)
En este período nos encontramos con tres tendencias principales:


1.1. Teatro de “continuidad sin ruptura”.
Así denominó a estas obras Francisco Ruiz Ramón en su Historia del teatro español, y las caracterizó con los siguientes rasgos:
a. Continúa la comedia de salón de Benavente.
b. Ideológicamente se caracterizan por la defensa de los valores tradicionales: Dios, patria y familia.
c. Introduce siempre una ligera crítica de costumbres (hipocresía, fundamentalmente).
d. Técnicamente podemos caracterizarla por el uso de una escenografía realista, por el seguimiento de las normas aristotélicas (tres unidades, estructuración, etc.) y por la búsqueda de la perfección formal.


1.2. Teatro de humor.
Dentro del teatro de intención humorística nos encontraremos con dos manifestaciones principales:
a. Un teatro cómico que busca la risa fácil con técnicas tradicionales y que continúa las formas anteriores a la Guerra Civil.
b. Pero la manifestación más interesante de este período es la de un teatro que busca renovar la risa, intentando provocarla mediante situaciones, personajes, argumentos y lenguaje inverosímil, casi absurdo. Esta forma de hacer teatro había sido iniciada antes de la Guerra por Jardiel Poncela y se continúa ahora con este mismo autor, al que se añaden los nombres de Edgar Neville y, sobre todo, Miguel Mihura.


1.3. Teatro existencialista.
Llamamos así a un conjunto de obras que pretenden representar los conflictos existenciales del ser humano (soledad, incomunicación, falta de sentido vital, melancolía, fluir del tiempo, etc.). Junto a estas preocupaciones existenciales aparecerán las preocupaciones sociales, pero en estos primeros años no será fácil exponer la crítica y la denuncia social en las obras debido a la presión de la censura. Debemos considerar dos posturas dentro de esta tendencia:
a. Teatro posibilista, representado por Antonio Buero Vallejo e iniciado en el año 1949 con Historia de una escalera. Este teatro introduce la denuncia social de una forma indirecta para burlar la censura del momento.
b. Teatro radical, que ejerce la denuncia política directamente. El mejor representante es Alfonso Sastre y se inicia a partir del año 1953 con Escuadra hacia la muerte.


2. El teatro de protesta y denuncia (1955-1965)
A partir del año 1955 se puede decir que aparece el teatro social en España, aunque ya había habido manifestaciones anteriores, como es el caso de las obras de Buero Vallejo y Alfonso Sastre.

En esa línea se van a situar autores como Lauro Olmo, Carlos Muñiz y José Martín Recuerda, a los que se conoce habitualmente como Generación realista o del realismo social. Estos dramaturgos ponen al descubierto las injusticias y contradicciones existentes en la sociedad española. Por ejemplo: la burocracia deshumanizada y la esclavitud del trabajador en “El tintero”, de Muñiz; la situación de los obreros que se ven forzados a emigrar en “La camisa”, de Lauro Olmo; la brutalidad de unos aldeanos instigados por las fuerzas retrógradas en “Las salvajes en Puente San Gil”, de Martín Recuerda. 

La aparición de estas obras de contenido crítico y denunciador es posible gracias a tres razones:
a. La necesidad de que el teatro exprese los problemas del momento. Esta necesidad fue general para todos los autores españoles del momento, independientemente del género literario que cultivaran.
b. Aparición de un nuevo tipo de público –joven y universitario- que pide un nuevo concepto de teatro, crítico con la situación histórica que vive España.
c. Y, por supuesto, la relajación de la censura, que permite el estreno de estas obras políticamente comprometidas.
Los temas principales de este período serán dos: la denuncia de la injusticia y la desigualdad social, y la alienación de los seres humanos en el nuevo orden social.
Entre los recursos técnicos que definen las nuevas obras conviene que destaquemos los siguientes:
a. Realismo directo.
b. Realismo que recupera elementos de las comedias de costumbres de Carlos Arniches (ambientación popular, lenguaje sencillo).
c. Uso de técnicas esperpénticas que deforman la realidad: animalización de los seres humanos, cosificación de los personajes, degradación de los protagonistas, etc.



   BUERO VALLEJO. Como autor que ejerce una enorme influencia en la escena española, debemos destacar a Antonio Buero Vallejo. Debemos individualizarlo, pues su producción abarca todos los años de la segunda mitad del siglo XX. Sus obras giran en torno al “anhelo de realización humana” y a sus dolorosas limitaciones. El planteamiento de su teatro es trágico, con una doble vertiente: inquietar (planteando problemas sin imponer soluciones) y curar (superación personal y colectiva, impulsándonos a luchar contra todas las fuerzas que se oponen al desarrollo de la dignidad humana). Sus obras se manifiestan en torno a un doble plano: el existencial (el sentido de la vida, de la condición humana) y el social-político (denuncia de injusticias concretas que atañen a las estructuras de la sociedad, a las formas de explotación o a los mecanismos de un poder opresivo). Su enfoque siempre es ético: búsqueda de la verdad, de la honradez, de la justicia.
Su técnica teatral va de lo tradicional hacia la superación de la “construcción realista” (espacios múltiples, recursos de participación de los espectadores, como el denominado “efecto de inmersión”, por el que los espectadores sienten –oyen, ven- lo mismo que los personajes del drama).
Algunas obras importantes son: “Historia de una escalera”, “El concierto de san Ovidio”, “En la ardiente oscuridad”, “El tragaluz”, “La fundación”, “La detonación”.


3. Teatro renovador (1965-1975)
   En torno al año 1965 los autores españoles se cansan de un teatro técnicamente sencillo y comienzan a aplicar en sus obras las tendencias vanguardistas europeas y americanas que se venían desarrollando desde principios de siglo (teatro pobre, teatro de la crueldad, Living Theatre, etc.)
   Técnicamente, por tanto, las obras de estos momentos se caracterizan por un abandono del realismo mediante diferentes procedimientos:
a. Parábolas al estilo de Bertolt Brecht.
b. Los personajes se convierten en símbolos de ideas, temas o comportamientos.
c. Empleo de recursos esperpénticos de deformación de la realidad.
d. Ganan relevancia en las obras los recursos extraverbales: gestos, vestuario, iluminación, sonidos...
En lo referente a los temas de las obras debemos decir que seguirán siendo, básicamente, los mismos del período anterior: la injusticia, la falta de libertades, la crítica de la dictadura, la denuncia de la pobreza...
   Entre sus representantes, se encuentran Luis Matilla, Manuel Martínez Mediero, José Ruibal y Francisco Nieva.
   En último lugar, debemos señalar que en esta labor de renovación de nuestro teatro fueron importantes algunos autores (Fernando Arrabal, por ejemplo), pero sobre todo lo fueron los grupos de teatro independientes y algunos de sus directores, como Albert Boadella (Els Joglars) o Salvador Távora (La Cuadra).


4. Últimas tendencias teatrales (desde 1975)
En los últimos años nos hemos encontrado en España con una paulatina desaparición de los autores teatrales. Las causas hay que buscarlas en dos problemas:
a. Los empresarios privados no se arriesgan con las obras de los autores jóvenes.
b. Los teatros públicos (cada vez más abundantes) prefieren representar obras de autores clásicos con la supuesta intención de proteger y difundir nuestra cultura literaria.
A pesar de lo dicho y de la supuesta crisis de público en el teatro, nos encontraremos en estos años con una gran diversidad de tendencias. Veamos algunas de las más significativas:
a. Obras de técnica vanguardista que continúan las experimentaciones del período anterior. En esta tendencia destacan Francisco Nieva, Fernando Arrabal y los Grupos de Teatro Independientes (Els Joglars, Els Comediants, La fura dels Baus, La cubana, Esperpento, Mediodía, La Cuadra, etc.).
b. Obras de técnica y orientación realista. Tenemos, por un lado, obras de tema histórico (¡Ay, Carmela!, de José Sanchís Sinisterra) y contenido crítico, frente a otras obras de corte más comercial que continúan las formas de la comedia de salón, aunque adaptadas a los nuevos tiempos.
c. Temas muy actuales: los jóvenes, la droga, los delincuentes, etc.
Algunos nombres son: Alfonso Vallejo, Fermín Cabal, José Luis Alonso de Santos...

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